jueves, 9 de junio de 2016

Término de lectura: Mi nombre es Malarrosa

Autor: Hernán Rivera Letelier
Libro: Mi nombre es Malarrosa
Cant. páginas: 300
Editorial: Alfaguara
Tiempo de lectura: 14-05/ 07-06
Valoración: muy bueno, buenisimo; excelente, excelentísimo; un manjarsh


Librito especial y mágico; de magia y cariño infinito! (ininito para los entendidos)

Que lindo es Hernán, que genera una lucha escrita que se sustenta en la memoria: la campaña anti olvido mediante la reconstrucción histórica de sus aconteceres.

La memoria histórica jamás debe desmerecer su vida, sus acciones. Mas si criticarlos, empero no sustentar en el reproche el olvido. Porque o si  no, la historia se desvanece y nosotros con ella; y nuestro deber de hacer trascender el recuerdo es esfuma por la des-construcción de memoria.

El contexto salitrero de esta novela tiene mucho que ver con la matanza de la oficina de San Gregorio, porque como novelita linda que es, varios personajes son y tienen que ver ahí. Más no digo, para no contar la historia claro...

Dentro de los personajes encariñados esta Malita, como le dice su padre. Pero en verdad se llama Malarrosa, y esta muy orgullosa de llevarlo dice, que jamás se lo cambiará. Así que cuando en la penúltima página del libro la trama se aloca, y ella se vuelve prostituta (ups), la Malita ni loca ni dispuesta a cambiárselo está. 
Si alguien ha leído este libro me entenderá que al decir que sobre su madre no hay mucho que decir. Y que por opción, es mejor no hablar de su taita. Aunque sin embargo (y aquí nuevamente apelo a esa complicidad que generamos con los lectores de esta novela) es de esos humanos a los que les llega la suerte. Suerte robada. De esa suerte de amuleto. Amuleto real, como un dedo; dedo humano, de pocker (ustedes me entienden, queridos cómplices míos y nuestros). 
Resultado de imagen para MI NOMBRE ES MALARROSA
Si por pauta me indicasen que debo explicitar el final del libro, jamás me animaría a decir ni menos escribir, que la Malita creció de dentro junto a su cuerpo, y que tras la muerte de su papito, decidió ser y hacer parte de estas casas de barrio rojo, casitas de remolienda pues. Y mucho menos a indicar que la historia nos deja como recadito, la
 simplicidad de la memoria; que si no la hacemos construcción colectiva es desvanece en lo eufemístico. Porque harto bien desmerecida que esta la memoria y que por tanto  se tiene favorecido el olvido. 
Pero mejor no lo digo y solo lo pienso. O ambas. O ninguna... 
¿Ninguna qué? Em... 
...
...
...
Necesito pasas...
pasas para la... emmmm...
¿memoria? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario